domingo, 30 de marzo de 2008
miércoles, 26 de marzo de 2008
Mi primer auto
miércoles, 26 de marzo de 2008
18
Adoraba ese triciclo, no recuerdo quién me lo regaló, supongo que mis abuelos, andar en triciclo era como una terapia.
Ya de chiquita se empezaban a evidenciar en mí características que marcarían mi vida: sí, a esa tierna edad ya hablaba sola!
Ni siquiera usaba excusas del tipo "tengo un amigo invisible", "hablo con mi angelito de la guarda", no, cuándo me preguntaban ¿con quién hablas?, mi respuesta era muy sincera: con nadie!
En mi mundito, que era inmenso, el patio y el pasillo eran enormes metros en los cuáles transitar, el recorrido era siempre el mismo: vuelta completa al patio y derecho por el pasillo hasta el portoncito de la vereda, volvía por el pasillo y otra vuelta completa al patio.
Era uno de los pocos momentos en que no me aburría, canturreaba en mi media lengua alguna canción que supongo me habría enseñado mi mamá Martita.
Pero, siempre hay un pero, tenía otra mala costumbre adquirida de mi progenitor: decir malas palabras :P, esas me salían claritas y entendibles!
El problema era cuándo venían mi abuela Carmen y mi tía Graciela (madre y hermana de Oscarcito o sea papá). Ellas se horrorizaban y decían que chica mal educada y le recriminaban a Martita que fuera tan bocasucia de chiquita.
Solamente sabía cuatro malas palabras pero eran suficientes para molestarlas cada vez que venían a casa, me subía al triciclo y gritaba en voz muy fuerte, en secuencia repetida hasta el cansancio: pito, culo, concha, teta!
Oh my god!!!!
Lamentablemente solían usar hermosos y carísimos tapados de piel, sacones largos, que lucían orgullosas, a lo cuál a mi "rosario" le agregaba: llegaron los osos, llegaron los osos!!!
Y al que me acuse de mala de chiquita, piensen que ya era muy sincera y políticamente incorrecta! :)
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miércoles, 19 de marzo de 2008
El departamento de Garay y la obsesión de Martita
miércoles, 19 de marzo de 2008
21
Empezaban las vacaciones de invierno, Romi a la casa del padre y yo a laburar desde que salía el sol hasta que no se veía la luna. Necesitaba comprar la heladera así que cuando salía de la oficina me iba a la Rural, era una de las primeras Expo Utilísima y me quedaba hasta el cierre en el Stand de la empresa, y así durante dos semanas incluyendo sábado y domingo. Fue un sacrificio, pero al cabo de ese tiempo, no me compré la heladera!!!! Me compré un contestador automático.
Por qué? A ver, por qué un contestador??????? Porque era la primera vez que tenía teléfono de línea y los celulares no eran cosa común y corriente, por lo tanto mi madre querida llamaba todos los días sin importar la hora hasta ubicarme, al principio la entendí, pero al cabo de la tercer semana quería revolear el teléfono por el balcón.
Así la curé de espanto, empecé a no atender el teléfono y a dejar el contestador constantemente conectado, según quien llamaba atendía.
El mensaje grabado en la cinta era un natural: "Hola.... hola" y nada más, entoces mi vieja empezaba a hablar sin respirar: "Hola Vivi, por fin te encuentro, porqué no me atendías?, viste que frío que hace, vos prendiste la estufa?" para todo esto no reparaba ni siquiera en que había sonado un piiiiiiiiiiippppppppppp y era un contestador!!!! Entonces pensaba que se había cortado y llamaba de nuevo, SÍ DE NUEVO!!!!!!!
Le costó unos meses entender que no era necesario el llamado diario y que si la nena no estaba en casa no era porque le había pasado algo o porque sí le había pasado algo, pero lo suficientemente interesante cómo para no estar ahí!
De todos modos, la obsesión de Martita (mi madre) era que yo tuviera teléfono, porque cuando me mude a Garay hacía ya varios años que vivía en Capital y alejada del mundanal ruido de mi familia.
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Mis Exodos
lunes, 17 de marzo de 2008
El Jardín de Infantes
lunes, 17 de marzo de 2008
25
Harta de soportarme mi mamá consultó con el pediatra y le recomendó que me llevara al jardín de infantes, no había salitas de 3 ni de 2 ni jardines maternales, una sala para todos y el preescolar no era obligatorio. Tenía tan sólo 3 añitos y unos meses y esta carita angelical.
Cuenta la leyenda que el día tan esperado me dejé sacar las fotos y con esa misma sonrisa, me arranqué todos los botones del guardapolvo en un ataque de histeria (cuidado hombres, esto reflejaría prematuramente rasgos de mi personalidad). Mi madre, más terca que yo, me cosió los botones y me llevó tarde pero lo mismo.
Para mi desagrado cuando llegué nadie lloraba (será que yo era una adelantada? porque ahora no hay jardín donde los niños no lloren!) La maestra, una santa, quería que me sentara en esa gran alfombra donde reposaban con cara de chicos buenos todos los demás. Con mi mejor cara de orto, la miré y no me senté, obviamente había dejado de llorar porque no me gustaba que se rieran de mí, entonces no tuve mejor idea que hacer todo lo que la maestra hacía, ella se sentaba, yo también, ella iba hasta el armario y yo iba atrás de ella, todo esto con cara de enojada y sin emitir palabra! Puedo recordar con exactitud esa escena, era patética!
Y la letra de una canción vieja que me identifica mucho, la cantaba Marilina Ross:
Miro esa chiquita parecida a mí,
moños para volar y delantal,
tenía otra nariz y un aire familiar
de sol vasco francés y dolor sin curar.
Otra adolescente, parecida a mí,
grande en ese disfraz medio andaluz,
tenía vocación de santa o domador,
de actriz para jugar al llanto y al amor.
Mirenme a los ojos, aquí estoy abierta en dos,
quieranme como soy, así soy yo.
Vos y tu locura parecida a mí,
la foto en negativo de los dos,
busqué la del bebé, mi nombre de mamá,
ampliada y a color, quedó sin revelar...
Miro a esta persona parecida a mí,
tantas veces tratando de vivir,
me asusta la vejez, la foto del final,
el gesto de morir, que no podré mirar.
Mirenme a los ojos, aquí estoy abierta en dos,
quieranme como soy, así soy yo...
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